

La celebración comenzó desde el día anterior: los fieles compañeros que viernes tras viernes nos reunimos enarbolando la consigna de nuestra recuperación emocional, pye de piña de por medio, cantaron al unísono el siempre recordado: “Cumpleaaaños feliz, cumpleaaaños feliz, cumpleaaañoss ….”.


Finalmente, despedí el ‘dia especial’ en el Chifa Hong Kon rodeado de mis amigos de la Iglesia, cuando todos ellos se acercaron a saludar por el cumpleaños de Angie, después de la medianoche. Matamos a dos pájaros de un solo tiro, yo terminé mi cumpleaños cuando ella comenzaba el suyo.
